Hay un dolor muy grande cuando somos incapaces de cerrar y soltar una relación, que a veces es una «no relación», en la que me he quedado atascada y sufro. Ponemos la vida en suspenso y permanecemos a la espera, luchamos, lo intentamos una y otra vez, confiamos en que esa persona se convierta en la pareja anhelada y llene todos nuestros vacíos.

Preguntarnos el porqué nos lleva a entender nuestras dinámicas relacionales, nuestras heridas y la respuesta de nuestro cerebro a esa adicción. Entendemos que respondemos como nuestro sistema tiene que hacerlo, por lo que no somos defectuosas. Pero sufrimos, y si sufrimos, no es amor. Y lo más importante, podemos salir y empezar a crear relaciones conscientes dejando atrás el esfuerzo y la lucha. Podemos y nos merecemos una pareja con la que ser feliz.